La anfitronía caracterizó a los grupos queretanos de la danza contemporánea, particularmente de ensambles o artistas estadounidenses, y entre éstos fue una constante la aparente ascendencia latina, quizá concretamente mexicana.

Queda para una especulación más estructurada con quiénes establecen relaciones los artistas queretanos que realizan experiencias en el extranjero, pues al pronto, y superficialmente, se antojaría que esas relaciones no salen del todo del México, o de su ámbito de posible influencia, si es que ésta diera para tanto. ¿Entonces tales relaciones servirían para constatar que afuera no hay tanta maravilla como suponemos habría considerándonos desgraciados?

‘Aquí sí me tratan como artista’, fue una de las primeras respuestas del coreógrafo Jaime Blanc cuando le pregunté acerca de su llegada y recepción por una estancia que hizo en Estados Unidos. ‘Nos asignaron una edecán que nos resolvía todo. Ustedes ocúpense de su arte’, refirió el coreógrafo y director del grupo Anima Mundi Juan Olvera cuando fueron invitados a actuar en un festival en Polonia. El mismo artista que permanecía incrédulo después de la función del jueves 18 de diciembre: tras de múltiples zozobras burocráticas propinadas o propiciadas por diversos ‘servidores culturales’ la séptima edición de No E, Danza en Movimiento había logrado llegar al final del programa de cinco días con una cancelación, el grupo michoacano Poético Involuntario, que ya se había convertido en un invitado permanente.
 De las actuaciones de la bailarina y maestra de danza Christine Dakine, así como de los artistas neoyorkinos invitados a Querétaro por el grupo Ciudad Interior, EL ESPECTADOR dio cuenta en el transcurso del 2013.
Dos son los invitados que mucho se antoja no olvidar: Cuerpo Etéreo, de Monterrey, N. L., dirigido por Jaime Sierra y Brisa Escobedo, invitado por el Colegio Nacional de Danza Contemporánea a su X Foro Experimental; e Inside the Body Performing Arts, de Aladino R. Blanca, invitado por Anima Mundi al 7mo encuentro No E, Danza en Movimiento.
 De inmediato el grupo neolonés cumplió con un requisito indispensable, consagrado por la sabiduría popular: Para ser hay que parecer, remachado con aquel otro de: En la manera de agarrar el taco se conoce al tragón. Para quienes no estamos enterados de la existencia y el desempeño de Cuerpo Etéreo, y apenas algo nos dice el nombre de Brisa Escobedo por la impresión de haberlo escuchado anteriormente, poco importan las danzas bailadas, ya que la codirectora no estuvo presente, ni bailaron exactamente las coreografías programadas, y con ellas dejaron una muy buena impresión, en lo individual, de su formación y alto nivel técnico, así como de su capacidad interpretativa. Por lo menos una de las danzas o cuadros interpretados comprenden actuaciones solistas que mucho permiten apreciar y disfrutar las cualidades apuntadas. Ofrecen un compromiso con la intensidad que muy bien toca al espectador.

La dilucidación temática queda más abierta para las experiencias y aspiraciones de cada uno de los presentes. Sin embargo, aún dentro de la posible homogeneidad de las características generales de una función, felizmente hay momentos verdaderamente vibrantes, y en el caso de la actuación de Cuerpo Etéreo destaco particularmente un trabajo de pareja que me pareció sumamente creativo y conmovedor por la pasión proyectada. Pocos veces el gentilicio regio viene tan bien como sustantivo y adjetivo, si fuera posible la simultaneidad gramatical, con estos artistas que cerraron el evento de cinco fechas organizado por el CNDC: una actuación que mucho vistió al anfitrión, tanto que entre quienes se ocupan de la realización de este evento anual, con inicios muy internos o domésticos, escuché la necesidad y conveniencia de invertir más esmero en la selección de futuros invitados.

Y es que la comparación con el otro invitado no queretano, Andrágora, de Ciudad Obregón, resultó impensable. Los sonorenses parecieron muy en ciernes en cada una de sus individualidades, en su desempeño colectivo, y en la composición de la obra interpretada.
Los dos invitados queretanos, de profunda y a la vez muy diferenciada raigambre con la homenajeada maestra recién fallecida –miércoles 6 de noviembre-- Guillermina Bravo, ofrecieron interpretaciones tan disímbolas que solamente en un foro experimental pueden aparecer dentro del mismo programa.
VeOz Danza de México se presentó con Roter Sand, un montaje gótico con danza aérea y personajes fantásticos movidos por el eterno motor del amor. Este grupo está influido, a través de diferentes caminos, por el Colegio Nacional de Danza Contemporánea, la institución formativa creada por la también fundadora del Ballet Nacional de México, en Querétaro a principios de los años 90. De este colegio egresó a finales de la misma década, y en esa compañía bailó Rayito Zamudio, la cofundadora y directora de VeOz, y coreógrafa e intérprete del aludido espectáculo. El bailarín Mario Tecla también ahí se formó.
Álamo Blanco, ensamble propiamente unipersonal, fundado por Desiderio Sánchez presentó Un lugar llamado ‘Thoterifani’, un trabajo en creciente consolidación que se hace muy difícil denominar espectáculo, pues más se antoja una confesión o revelación biográfica, pero de una saga familiar inmediata, con la peculiaridad de una muy deseada y enaltecida raigambre autóctona en el centro de México, específicamente en el Valle del Mezquital. En esta aproximación nostálgica, esta queretano sanjuanense del siglo XXI además echa mano de la poesía en su pensar y en su decir, pero una poética que quiere nace y vive otomí. (Quizá para subrayar su identificación vernácula, en términos contemporáneos, habría que acuñar el gentilicio otomiense.) Desiderio Sánchez tomó enseñanza dancística de le escuela del Ballet Nacional de México, compañía en la que también bailó; para formarse artísticamente y abrevar en la composición se acercó a G. Bravo, también al poeta queretano Francisco Cervantes (1938-2005), y a la maestra de teatro Esther Seligson (1941-2010).

Con la misma obra Álamo Blanco participó en la última edición, en 2013, de No E, Danza en Movimiento, siendo Inside the Body Performance Arts, de Montreal, Canadá, el invitado extranjero que se presentó con Ghost of Vision.En sitio en la redel autor dice de sí mismo: “Desde sus inicios (de ITB) el trabajo escénico está bajo las órdenes de Aladino R. Blanca, considerado en México como uno de los directores artísticos promesa, caracterizado por sus agallas y no temer a ser comparado o criticado.” Tomándole la palabra, cabría tomar con la debida reserva la apreciación acerca de su dirección en una descripción firmada por él mismo. Continúa A. Rivera en el mismo texto introductorio: “En sus propuestas logra generar atmósferas radicales y situaciones que trasgreden, que reflejan a la sociedad en todos sus niveles de relación viajando desde la brutalidad hasta la ternura.” Y en verdad, de extremosidades Ghost of Vision no carece.

Si aceptamos que la danza es movimiento, esta obra, en su inicio es la antítesis de ésta, y conforme la inmovilidad es lentamente interrumpida, a través del teatro intentamos encontrar alguna significación en los elementos puestos en el foro y en el ‘desempeño cuadrúpedo’ --incluyendo la salivación--, por parte de A. R. Blanca. Una vez en posición bípeda, Esperanza Sánchez no pasa pocos minutos escribiendo –grabando— en una manzana --muy linda y apetecible-- algo que nunca conocemos y termina arrojándola muy lejos con todo el vuelo de su brazo. Después todo el desempeño contemporáneo, incluyendo el oral en inglés por parte de él, sugiere inconformidad, rebeldía, protesta, rebelión; los momentos de muy vivo baile ajazzado de música que identifica los años 40 y 50 sugiere que esa pareja vive entonces momentos de agradable remembranza.
 La energía y la limpieza de los movimientos constituyen parte del atractivo de Ghost…, así como darle, o entenderle, significación a recursos tan contrastantes como un desparramamiento de pétalos con la aplicación de tremebundo e intimidante cuchillo cebollero muy puntiagudo. Cualquier alegoría de Antonio Salinas no ha de ser mera coincidencia, sino clara influencia.
 En un balance de la anfitrionía dancística queretana, del que aquí he dado somerísimo asomo, apuntaría un resultado enriquecedor en cuanto a la autocrítica y autovaloración que propicia. En un prurito globalizante cabe reconocer en Querétaro creación exportable; y que la diversidad dancística mexicana hoy es lo suficientemente amplia para no apreciarla con un único rasero.
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